LO ADMITO: NO QUIERO MAFALDEAR

No quiero, lo digo en serio, no quiero. Quiero susanear. Sí, lo oyeron (o leyeron) bien. SU-SA-NEAR. No quiero hablar ni de las elecciones, ni del gobernador, ni del desmadre que es la ciudad por el proyecto vial en la rosales, tampoco de Zelaya, mucho menos de Calderón y de los préstamos pa pagarnos la influenza. No. Oigo radionetherlands en la mañana, leo el país en línea y eso, por el momento, sobra y basta para que el pesimismo me subyuge.

Tampoco quiero hablar de libros ¿cuándo me han oído hablar de libros? tampoco de música. 

Yo lo que quiero es hablar de nada. De cómo hacen ustedes la sopa de fideos, de qué color de uñas se ve mejor esta temporada, de la oferta de tintes o desodorantes en el Walmart, de qué buena la fruta en el super del norte, de verán lo que tengo ganas de comprarme, de no sabes qué noche tan amorosa tuve. De eso, sí, lo oyeron bien, quiero hablar de eso.

Quiero hacer lo que hacen otras, tomar café y reírme, chismorrear de que Lucero se separa de Mijares o de que le rebané la punta a mis zapatos negros picudos para convertirlos en zapatos abiertos.

Quiero susanear y buscaré susanitas en el mundo dispuestas cuéstemeloquemecueste.

He dicho y ya me voy porque va a empezar la telenovela.