LA PEQUEÑA LULÚ

Últimamente cuando no soy Sylvia ni Mafalda soy la Pequeña Lulú, sí, la Pequeña Lulú que es admitida en el club de Toby.

Tengo un nuevo grupo de amigos, en su mayoría son hombres, todos de diversas edades y profesiones, los más jóvenes tienen 21 o 22, el mayor tiene 40 y algo. Todos, por razones del destino, nos conocimos por medio de una sonsa red social que de la vida virtual nos llevó a la real y casi casi a la codependencia porque nos vemos al menos 3 días a la semana. Hablamos, reímos, nos guapeamos las compus o los celulares, cenamos, tomamos café, tenemos torneos de juegos de mesa. Bebemos cerveza en tarro o en barrilito y así.

Mis tobys me cuidan, me sacan, me invitan, me llevan, me traen. Me hacen caminar por la bardita de la vida y me enseñar a no temer una caída. Me hacen reír (¿ya les he dicho lo mucho que me gusta reír?) comparten conocimiento tecnológico conmigo que nunca hubiera pensado que me sería tan útil.

Mi club de Toby resultó un buen lugar, un lugar cálido, un lugar solidario, un lugar que no sabía que existía. Entendía estos lazos con mis mafaldas pero no imaginé que sería igual con unos tobys.

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