Fue en la 5 de mayo, en la casa que siempre tiene lugar para reunir a todos los que quieren estar. Fue muy importante estar ahi y encontrar a don Adolfo y a don Leonel compartiendo más que un espacio: hijos y gustos. Reunieron amigos y pérdidas, quizá rumbos. Y ahí, junto al fuego y su luz que indica el camino y purifica, se transformó en risa lo que duele, se abrieron heridas y se lavaron con alipús o tequila.
Quien tiene instrucciones o peticiones especiales para funerales y ceremonias luctuosas, hizo bien en decirlo, aunque tal vez, llegado el momento, los familiares hagan lo que les dé la gana o no se acuerden o sí lo hagan pero consideren que eso es demasiado extravagante o es muy lejos o muy complicado. Yo les he dicho a mis hijas que quiero una ceremonia en casa, que no gasten en funerarias, que se vistan de blanco, que haya música y niños. Pero la verdad es que no creo ser la más indicada para coordinar mi funeral, porque lo más seguro es que ni me entere de lo que ahí sucedió. Me gustaría tener una casa con un jardín muy grande y un árbol que haya sido testigo de lo más importante, para reunir ahí a quien esté en ese momento cerca.
Como dijo Juan, cuando le dije que hasta el momento no había perdido a alguien verdaderamente significativo: uyyy...tal vez cuando llegue te va a ser difícil porque la muerte es algo que no se entiende por más que uno se entrene.
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