Sin título III


Se le puede echar la culpa a muchas cosas: las hormonas, la burocracia, los pichones idiotas o la gente que pulula por las calles, la verdad es que a veces no tiene nada que ver con las cosas que se están dispuesta a admitir, sino que el enojo viene desde la sombra de una misma, desde el lugar en el fondo del cuerpo en donde se tuvo la maravillosa idea de: aceptar ese trabajo, confiar en esa persona, cerrar o abrir la boca, quedarse sentada, levantarse, cerrar la puerta y salir. ¿Y por qué demonios no puede uno hacer un berrinche y aullarle a la luna hasta que se ponga naranja-- qué hermosa palabra: “demonios”--? Un buen punto sería que hay luna nueva, así que no hay oportunidad de aullarle a la luz blancuzca que todo lo disfraza de muerte en vida; pero la luna ahí está, enterita, como siempre, aunque no podamos verla; justo como el enojo y el berrinche están ahí, aunque no se puedan ver.

7 comentarios:

  mar adentro

4 de junio de 2008, 23:55

Sí, vamos a gritarle a la luna hasta que aparezca de nuevo.

  sylvíssima

5 de junio de 2008, 9:24

o cantemos la canción esa de siguiendo la luna noséquémás de los cadillacs...

  Anónimo

5 de junio de 2008, 9:52

no entiendo quien postea help! dónde se puede ver la firma?.

MI comentario es que no debe uno fijarse mucho en estas cosas porque luego viene la indiferencia y que melloooooo

  Anónimo

5 de junio de 2008, 11:49

la bendita indiferencia? esa que nos amuralla y nos hace insensible? sabrás de casualidad dónde la venden? por cuánto puede ser mía?

besos

  Anónimo

5 de junio de 2008, 11:54

La indiferencia la pescas como resfriado e igual desaparece a los 7 días

  Anónimo

5 de junio de 2008, 11:55

Ah, qué chiste! no dura!!! así no sirve!!!

  Charlotte Corday

5 de junio de 2008, 16:41

creo k el tafil tiene una clausula de indiferencia como efecto secundario no?

...siempre está el alcohol...